jueves, 5 de mayo de 2011

Crónica del final anunciado

3, 2, 1….Se prende la radio. Ya lo sabía, estaba esperándola. Son las 10.30 am y me desperezo como si recién me hubiese levantado. Mentira, estaba despierto hace varios minutos. Miro hacia a mi alrededor haber si había alguien en el cuarto…nadie, como todos los días ¿La puerta? Cerrada, como siempre. “Genial!” pienso, nadie se dio cuenta que llevo varios minutos haciéndome el dormido esperando a que se prenda la radio con la voz de Víctor Hugo.


Ya lo sabia, hoy era el gran día. Bajo las escaleras, rozando mis uñas contra la madera para hacer alarde que me había despertado e iba camino al baño. Me lavo la cara, me quito las lagañas. Mientras, repaso los autores y los temas importantes: Buzzan y los Complejos de Seguridad Regional, Waltz y Estados Unidos en un mundo bipolar, Jaap de Wilde y la Escuela de Copenaghen, etc, etc. Si, si, lo se bien todo. Me tranquilizo, de repente el corazón vuelve a latir rápidamente…”es normal” me digo a mi mismo en voz alta. Salgo del baño, saludo a Olga. Los saludos de buen día con Olga son siempre iguales, ya se que va a contestar y que voy a contestar.
Subo nuevamente a mi cuarto y prendo la compu. Al mismo tiempo prendo la tele. 4 de marzo leo en la pantalla, ya me había olvidado. Yo les había dicho a papá y mamá que quería que estén ahí, también me había encargado que los chicos supieran…nada podía fallar. El corazón late fuerte de nuevo, “es normal” digo, pero esta vez en voz bajita. Silvina me había dicho que todo estaba dado para que me vaya bien, nunca me fue mal.
Se hacen las 11.30, bajo a ver el partido de los Pampas. Durante todo el partido sentía culpa por no estar leyendo o repasando, una y otra vez. Ya me había asegurado que lo recordaba todo, no entendía la culpa esta vez.
Después de almorzar subo otra vez. Chequeo, respondo mails, bajo la canción de Just Jack que estuvo toda la madrugada sonando en mi cabeza. La escucho, me alivio un poco. Levanto la persiana y dejo que el sol me pegue de lleno en la cara. Eso es lo que buscaba cuando cambie los muebles de lugar, el sol y el viento en la cara. Lo logré, me rio con vergüenza.
Repaso y leo hasta el hartazgo. La ansiedad me puede, me voy a la facultad. “¿Ya te vas?”, me dice mi papá. No le contesté, mi mirada de desesperación lo dice todo. Me abraza, fuerte, lo saludo y me voy. El tren no da para leer, el subte menos, el pasillo de la combinación menos que menos. Llego a la facultad y leo el cartel una vez mas: “Facultad de Ciencias Sociales”. Chequeo la lista de inscriptos al final. Bien, mi apellido aparece último, como siempre. Cande ya estaba adentro, amablemente me hizo saber que la iba a pasar mal. Me mostro un paquete de yerba y otras cosas. Me rio con vergüenza. Llega Caro, llega Fer. Llega Luli.
La ansiedad se adueña de mi otra vez, salgo a afuera de la facultad. Miro alrededor y el kiosko me llama, cruzo la calle en diagonal y entro. Pasé varios minutos intentando decidir entre un jugo de manzana o unas cerealitas. “La ansiedad oral se va a la mierda” me dije a mi mismo, cruzo de nuevo en diagonal.
Los mensajes empiezan a caer, las palabras/frases de “suerte”, “éxitos”, “vamos todavía” y “es la última” se repiten en casi todos los mensajes. Veo entrar a mis papás y a mi tía, me saludan. Al toque se dan cuenta que ya no puedo mas con mi ser. Empieza la mesa, Caro se encarga de que yo sea el último. En cierta forma representa un alivio, saber que tengo tiempo de tranquilizarme…imposible. La gente sale y entra, entra y sale, me pierdo un poco. No entiendo, me paro y me mareo, mejor sigo sentado.
Me llaman, tomo aire profundo y siento el murmullo a mí alrededor. Entro y comienzo a hablar, no paro, no paro, la profesora no me mira. Stop. “¿Y que es lo que vos pensás sobre el cambio que plantea Buzzan”? Me sorprendo, pienso 2 milésimas de segundo y empiezo de nuevo a hablar. Que no te detengan. “¿Y vos estas de acuerdo con Waltz?” me pregunta, ahora con un tono mas irónico. No me sorprendo, esta la venia venir. Arranca el cerebro primero y después mis labios comienzan a moverse. Mas preguntas, mas respuestas, hasta que la profesora me calla. Revisa mis notas en la libreta, “Señora, no esta siendo nada disimulada…” pienso para adentro. Pone la nota, firma y cierra violentamente el cuadernito verde. “Felicitaciones, Francisco”, me dice con un tono amigable.
Mi mamá es la primera que me abraza entre aplausos y gritos, a lo lejos mi papá me saca una foto con su celular. Abrazos, risas, felicitaciones. Me tiemblan las piernas, no dejo de sonreír. Después, huevos, harina, yerba, mayonesa en las partes intimas, etc. Teresa sugiere que para finalizar merezco un baldazo de agua, lo necesito. Me rio con vergüenza.
Me llega el mensaje de Silvina, “Estaba segura de que así iba a ser. Felicitaciones!” “¿Tenés frio?”, me pregunta mamá. “Me tiemblan las piernas má”, es lo único que se me ocurre para decirle. Durante todo el viaje de vuelta no me dejan de temblar las piernas.

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