domingo, 1 de abril de 2012

La intangibilidad de Malvinas

De chiquito me enseñaron que existían unas islas, las Islas Malvinas.  Las Islas Malvinas eran argentinas pero estaban ocupadas ilegalmente por los británicos, de todas formas eran nuestras igual y todo el mundo pensaba así.  “Qué injusticia”, pensé.

Fui a un colegio doble turno, es decir que a la mañana tenía clases de castellano y a la tarde clases de inglés (con sus respectivas materias: literature, science, religion, etc.). No lo olvido más, había un mapamundi gigante en mi aula de cuarto grado con todos los nombres de los países y capitales en ingles. Quizá fui demasiado lejos, quería saber como se decía Islas Malvinas en inglés…gran sorpresa me encontré cuando ubiqué el archipiélago. “Falkland Islands (GB)”. Estaba acostumbrado a los mapas que venden en cualquier librería en donde aparece la leyenda “(Arg)”. No entendía.

Cuando crecí entendí el sentido de la Guerra de Malvinas y que la Junta Militar hizo todo mal. Todo mal para intentar recuperar algo que nos pertenecía. Aún nos pertenecen, pero no podemos desligarnos así como así de la responsabilidad que tuvo el gobierno de iniciar una guerra donde, además de todo, murió gente. 

Siempre disfruté más de las clases de inglés que las de castellano, me gustaba hablar en inglés. Soñaba con viajar a Londres y sacarme una foto con el Big Ben de fondo, quería una foto con esa obra majestuosa que aparecía en mi libro de texto.

Ya de más grande viajé a Inglaterra, hablé en inglés hasta el cansancio y me saqué una foto con el Big Ben. Me compré la camiseta de la selección de cricket de Inglaterra, estaba en oferta y me parecía algo que en Buenos Aires nunca iba a poder conseguir. Es una remera que me gusta mucho y que uso muy seguido.

“Yo si fuese tu papá no te dejaría usar esa remera”, me dijo un familiar. “Que momento para ponerse esa remera eh…”, me advirtió un taxista.  Ese sentimiento nacionalista pedorro es el que arruina todo para que construyamos algo en torno a la recuperación de las islas. La confrontación y las diferencias como estrategia de negociación son pésimas para lograr lo que se quiere. Arturo Prins (link) resume bastante bien esta idea en su columna en el diario La Nación

Quiero ser claro para que no se tilde a esta idea de anti-patriótica, el derecho de autodeterminación no es aplicable al caso Malvinas. Se contrapone con el Derecho de Integridad Territorial que viene de los territorios heredados de la Corona Española a partir del Tratado de Tordesillas ergo,  Pacta Sunt Servanda.  La ONU también lo reconoce así, aunque en realidad no se cuanto peso esto tiene.
A partir de la escalada mediática que el conflicto de Atlántico Sur tuvo, comencé a seguir más de cerca el tema desde la red social de Twitter. Allí me encontré con la editora del periódico local Penguin News ,  Lisa Watson, con una cuenta patriótica del gobierno de las Islas y con dos cuentas que relatan en tiempo real lo sucedido hace 30 años: una versión argentina y una británica . Es muy interesante el intercambio de ideas que esto genera.

Lo más loco que encontré entre las opiniones fue la de Esteban Cichello Hubner, profesor universitario de Oxford, en donde propone un Protectorado Argentino-Británico de las islas Falklands/Malvinas Autónomas, bajo el lema "un pueblo, dos pasaportes y tres banderas". Ésta nota de Newsweek lo explica bastante bien.

Es un sentimiento de enajenación que tenemos con las Islas, nunca tan oportuno el título del documental de Lanata: “Tan lejos, tan cerca” . Son más las cosas que nos unen como personas que las que nos desunen por los intereses de nuestros gobiernos. 

También es un sentimiento de tristeza, de tener algo que realmente no tenemos. Más dolor es saber que chicos de 18 años murieron ahí, que muchos otros decidieron no vivir más y que otros tantos aún les cuesta salir de ese estado de “vergüenza” al mejor estilo Primo Levi.

Creo firmemente el la idea de una construcción ciudadana, que dialogue con los habitantes de las islas, que implemente programas de intercambios, de estudio, de practicas laborales, etc.
Es muy obstinado pensar que con amenazas, juicios y embargos se puede llegar a algo.

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